os vengo a hablar de cuando los planes se nos tuercen por culpa de nuestros intestinos o del mismo miedo.
En Semana Santa, iba a irme a la playa con la familia como todos los años, unos días antes empecé con diarrea, no sé si por los nervios, o porque ya tocaba (llevaba unos días bastante buenos), el caso es que por esos días diarreicos ya me puse nerviosa antes de viajar y la noche de antes me entró el pánico, así que como podéis imaginar me quedé en tierra.
El primer día y medio lo pasé fatal animicamente, yo creía que podía y la realidad hizo que me llevara un nuevo batacazo, pero tenía que reaccionar porque no iba a estar una semana entera así, además pasaba mucho tiempo sola y eso solo sirve para darle vueltas a la cabeza.
Me dio coraje el tiempo tan bueno que hizo que hacía años que no pasaba y yo podía haber estado en la playa relajándome, pero a cambio de eso....
Hice de turista en mi propia ciudad cuando las procesiones y las multitudes me dejaban, esto fue un paso adelante, para mí el pasear sin controlar los baños era imposible, pero esa fue una de las alegrías de la semana.
Disfruté de mi terraza y de los hobbies que más me gustan: hacer trapillo.
En fin, mucho aire libre y ratitos para mí.
Con este post solo pretendo animar, como siempre intento. Habrá muchísimas ocasiones en las que tengamos que cambiar de planes y suframos por ello pero hay que levantar la cabeza pronto y ver qué otras cosas podemos hacer que también nos puedan gustar. Yo soy de las que después de pasar un mal rato me mimo un poco así que, cuidaros, que nadie lo va a hacer mejor que vosotros.
¿Cómo vais vosotros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario